sábado, 19 de enero de 2019


MERCADOS SOSTENIBLES
Cuando una de las regiones más pobres de Perú comenzó a recibir ingresos de la minería, IFC ayudó a las comunidades locales a planificar el desarrollo a largo plazo.

Por Vanessa Bauza, oficial de comunicaciones
COYLLURQUI, Perú —La granja familiar de Urbano Rodríguez se encuentra encumbrada en lo alto de los Andes peruanos, rodeada de terrazas de trigo, maíz y papa desde donde se vislumbran montañas onduladas que se pierden en el horizonte. Ganarse la vida entre estas mesetas y picos rocosos a 3,800 metros sobre el nivel del mar es una prueba diaria de tenacidad.
Rodríguez y su esposa, Griselda Letona, despiertan antes del amanecer para labrar en su parcela de dos hectáreas mientras sus animales pastan en los alrededores. Algunos días hay tanto por hacer que la jornada laboral se extiende hasta altas horas de la noche.
Pero a pesar de esta dura rutina, Rodríguez y Letona decidieron recientemente afrontar nuevos retos. Él se encuentra evaluando un presupuesto municipal plurianual y estudiando sobre contratos de obras públicas. Ella, participa en talleres formativos sobre transparencia y buena gobernanza.

La región de Apurímac, donde viven Rodríguez y Letona, se encuentra en medio de un fuerte auge minero que está inyectando dinero a las arcas municipales. Su distrito, Coyllurqui, ha visto un aumento del 300 por ciento en los ingresos mineros —de $3 millones de dólares en el 2015 a $12 millones de dólares el año pasado.

Si se gestionan apropiadamente, los ingresos de la minería podrían crear nuevas oportunidades para la próxima generación de habitantes en este distrito de 8,000 personas. Estos recursos podrían financiar nuevas escuelas, carreteras y sistemas de riego.
Las concesiones mineras cubren al menos la mitad del territorio de Apurímac, la segunda región más pobre de Perú que tiene un tamaño equivalente al de Israel. La región alberga una de las minas de cobre más grandes del mundo y al menos otras cinco están actualmente bajo exploración.
Pero acusaciones de lavado de dinero y la mala administración de los ingresos mineros en algunas municipalidades han descarrilado el crecimiento económico y preocupado a la población. Expectativas incumplidas han provocado frustración. Algunos residentes también temen que las minas contaminen sus tierras o agua.
“Esta tierra es nuestra fortaleza”, dice Rodríguez. “Las mineras deben ser conscientes de que están extrayendo las riquezas de nuestra tierra. Si son responsables, podemos vivir en armonía. De lo contrario, puede traer conflicto.”
Construyendo resiliencia
Coyllurqui es uno de los siete municipios en la región donde IFC lanzó un programa de capacitación para funcionarios locales y comunidades para mejorar la gestión de los ingresos mineros. IFC desarrolló esta iniciativa a pedido del gobierno peruano al ver que Apurímac se transformaba en una de las regiones mineras más grandes del país.

Muchos de los líderes municipales carecían de experiencia en el manejo presupuestario o en la supervisión de grandes obras públicas. En las sesiones de capacitación, autoridades y funcionarios
municipales aprendieron a mejorar sus prácticas de gestión de inversiones y desarrollar una cultura de transparencia y rendición de cuentas, creando así confianza con las comunidades.
 “Las mineras deben ser conscientes de que están extrayendo las riquezas de nuestra tierra.”
— Urbano Rodríguez, residente de Coyllurqui
IFC también organizó una capacitación de líderes locales para que puedan participar activamente en los procesos de diálogo municipal. Una serie de talleres les ayudó a comprender mejor la planificación presupuestaria y financiera, para poder así vigilar que los ingresos de la minería se administren de manera responsable y los gastos municipales respondan a las necesidades de la población.

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