- La preocupación
por el ambiente representa un avance social. Todos, ciudadanos,
instituciones y empresas, tenemos responsabilidad ambiental. El compromiso
con el ambiente no puede ser entendido como una estrategia de imagen, sino
como un valor a ser practicado y un principio de gestión.[2]
- En
los países con institucionalidad deficiente, como el Perú, las actividades
ligadas a los recursos naturales, especialmente la minería, son blancos de
conflictos políticos y sociales. En países con una institucionalidad aún más
precaria que la peruana, esos conflictos asumen la forma de guerra civil,
golpes de estado o insurrecciones. En Perú esos conflictos son menos
violentos, pero siguen siendo económicamente muy destructivos.
- Las
condiciones sociales para la minería en el Perú son desventajosas: la
desconfianza, los sentimientos de agravio y los resentimientos son
comunes, especialmente en regiones con potencial minero. Propagar rumores
y montar narrativas hostiles a la minería es fácil. Hay miles de
aventureros y radicales dispuestos a promover conflictos como estrategia
de ascenso económico y político, y muchos medios creíbles los propalan sin
verificar su veracidad.
- La
legitimidad social de las empresas es indispensable para su
sostenibilidad. Si una empresa deja que su credibilidad sea destruida,
ella se vuelve vulnerable a las campañas de rumores y mentiras de parte de
actores hostiles y aventureros. Con ese flanco abierto los conflictos se
multiplican. Las empresas que descuiden su legitimidad social se arriesgan
a perder muchos miles de millones de dólares.
- Las
capacidades distintivas de las empresas mineras, en los países emergentes,
se han desplazado de lo tecnológico y financiero hacia la habilidad
para prevenir y manejar la conflictividad social. Esta tendencia se va hacer
más fuerte en el futuro. Las empresas mineras necesitan ampliar sus
capacidades en ese campo.[3]
- La
reducción de la conflictividad en la minería no será el resultado de una
solución mágica, tampoco será una victoria de las empresas mineras,
únicamente. Su logro va ser el resultado del accionar del conjunto de
actores pró-desarrollo. Será la acción combinada de ellos lo que
posibilitará revertir la situación problemática predominante hoy en el
país.
- Dar
prioridad a los riesgos ambientales, similar a los riesgos de seguridad,
con políticas definidas, medidas de control riguroso, y monitoreo
preventivo diario, y mecanismos internos de incentivo. De ocurrir algún
accidente, hay que priorizar la protección de la población local,
su tranquilidad y la gradual recuperación de su confianza.[9]
- Mejorar
los modelos de compras de tierra, evitando las compras
individuales, dando preferencias a las compras colectivas, y montando un
sistema de cambio de tierra por tierra, tanto como sea posible.[10]
- Evitar
todos los gestos de arrogancia y actos deshonestos del personal
de la empresa en todos los niveles, desde la gerencia general hasta el
personal de línea. Sancionar ejemplarmente cuando hechos de este tipo
ocurran, hacer los cambios que sean necesarios en las políticas de la
Empresa. [11]
- Implementar estándares
ambientales con los proveedores y contratistas locales, similares a
los que las empresas aplican internamente. Para la población local el
comportamiento de esas empresas se transfiere a las empresas mineras
- Establecer
líneas de base sobre las condiciones ambientales en las zonas de
operación, no solo en los aspectos reglamentados por el Estado sino en
cualquier ámbito que pudiera generar inquietudes en la población, por más
descabellado que parezcan.[12]
- Comunicar
y monitorear los acuerdos con las comunidades. Evitar las
incertidumbres y las expectativas infladas que en el corto plazo ayudan a
avanzar los proyectos pero que en el largo plazo generan una sensación de
engaño en la población. Hay que ser explícitos sobre los límites de los
acuerdos para evitar que la población alimente expectativa fuera de los
acuerdos.
- El
objetivo principal de los Procesos de Participación Ciudadana, como las
Audiencias Públicas, debe ser incrementar la compresión de la
población local sobre a las consecuencias de un Proyecto. El
cumplimiento burocrático de esos procesos, sin entendimiento de la
población, es preludio de conflictos futuros.
- Medidas
en esa dirección son: Maximizar la contratación de mano de obra local,
contratación de servicios locales, compra de alimentos e insumos de
producción local, etc. No basta con que existan contratistas locales, es
necesario un esfuerzo constante de las empresas por elevar el porcentaje
de compras y contratación local. Esos resultados deben ser visibles
como porcentaje de los gastos totales.
- Propiciar
el encadenamiento económico de los sectores de la economía local
con la minería. Especial atención debe ser dada a las actividades
económicas más importantes para la población: agricultura, comercio,
y servicios.
- Monitoreo
permanente de los factores generadores de conflictos: sentimientos
de agravio por cualquier clase de afectación (ambiental,
económico, social, etc.), temores de la población, compromisos
incumplidos, expectativas insatisfechas, etc.; para
resolverlos antes que se transformen en conflictos.
- Monitoreo
permanente de las líneas de acción de los antimineros: agendas
políticas, discursos hostiles, campañas de rumores, organización de
conflictos, ‘estudios técnicos,’ iniciativas legales, etc. Las
implicaciones futuras de esas acciones deben estar claramente
visualizadas.
- Monitoreo
permanente de la conflictividad, para resolver los conflictos
antes que se activen o que se escalen, para que sean resueltos antes
que ofrezcan oportunidades para los grupos anti-mineros y de aventureros
políticos.
- Formación
de capacidades internas y sistemas de gestión en las empresas
para identificar y manejar los riesgos y los conflictos sociales,
con un enfoque preventivo, y dejen de trabajar como bomberos, apagando
incendios.
- Evaluar
las acciones y los gestos de la empresa en términos reputacionales.
Todas las acciones y gestos que puedan afectar la confianza de la
población local en la empresa deben ser corregidos en forma drástica.
- Monitorear
los rumores y mentiras propagados por los grupos
anti-mineros y aclarar a la población lo antes posible, para evitar
que esos grupos vayan corroyendo la confianza de la población en la
empresa.
- Hacer
los cambios internos necesarios para que las decisiones en todas
las áreas de la empresa sean tomadas considerando las repercusiones sobre
la Legitimidad de la Empresa.
- Conocer
el sistema de creencias y valores de la población local, sus
temores y expectativas respecto a la presencia de la minería, dando
especial atención a aquellos elementos que son utilizados por los
anti-mineros en su narrativa.
- Desarrollar una
narrativa de Desarrollo Compartido que sea compatible con ese
sistema de creencias y valores, y con un lenguaje que asimile las
idiosincrasias y expresiones culturales de la población local.
- Monitorear el
flujo de mensajes que recibe la población local, especialmente vía
radios rurales y asambleas comunales, y clarificar a la población en
relación a los rumores y campañas de temores generadas por los grupos
anti-mineros y aventureros políticos.[13] Particular atención debe darse
al rompimiento del Cerco Cognitivo[14] montado
por los anti-mineros.
- Establecer mecanismos
periódicos de consulta, información con los actores más importantes de
la sociedad local (empresarios, autoridades políticas, líderes religiosos,
etc.) y con la población del entorno rural, respecto a temas claves: agua,
impactos económicos, contaminación, infraestructura pública, etc.
- Conocer
la situación de las instituciones locales: urbanas y rurales; y apoyar
el desarrollo de capacidades para que sean efectivas en la canalización de
las expectativas de sus asociados hacia opciones viables de Desarrollo
Compartido.
- Apoyar
el desarrollo de una institucionalidad local: credibilidad,
capacidad e independencia para monitorear e informar a la
población sobre el estado de los recursos naturales y los posibles impactos
ambientales y sociales de la minería.[15]
- Hacer
visible las deficiencias y incumplimientos de la institucionalidad pública
(nacional, regional y local) para que la población pueda entender a quién
corresponde las responsabilidades por los problemas que viven.
- Contribuir
a un diálogo público en que instituciones locales puedan darle forma
al tipo de Desarrollo Compartido que mejor responde a las
potencialidades regionales y a las aspiraciones de los agentes económicos
y la población.
- Evaluar si
las soluciones que se ofrece generan conflictos futuros, o
algún sistema de incentivos que promueve la conflictividad. Los
conflictos cuyo propósito es la obtención de provecho privado merecen
análisis específicos.
- Corregir
los daños eventuales de las operaciones mineras. Corregirlos
oportunamente, garantizando que la afectación sufrida por la población
haya sido subsanada. Ahorros de corto plazo tienen altísimos costos de
largo plazo.
- Descartar
la lógica del pragmatismo transaccional y de las soluciones de corto
plazo. Desde los gerentes de operaciones hasta el personal que se
relaciona con la población deben tener muy claro que las
soluciones deben durar décadas, no años ni meses.
- Tolerancia
cero hacia la corrupción en cualquier nivel, no sólo porque es anti-ético,
sino también porque ese tipo de acciones envía el mensaje de que la
empresa es corrupta, y que la corrupción es una manera efectiva de sacar
provecho de la empresa, alimentando chantajes futuros. La
fiscalización ambiental de una empresa corrupta no tiene credibilidad en
la población.
- Los
acuerdos con las comunidades deben ser con la participación de las bases.
Los acuerdos solo con las dirigencias tienen escasa legitimidad, son
inestables y son vulnerables a la acción política de los antimineros.
- Hacer
un fuerte énfasis en el rol de obras por impuestos e iniciativas
públicas cofinanciadas como mecanismo de apoyo a las poblaciones locales.
Con ello se reduce el despilfarro de los impuestos, especialmente el
Canon.
- Focalizar
los esfuerzos de Responsabilidad Social en áreas críticas para la
población tales como incrementar el acceso al agua. La
dispersión temática de los proyectos reduce la recordación de las acciones
de responsabilidad social.
- Evaluar
los impactos reales de los proyectos de Responsabilidad Social sobre
el bienestar de la población y su visibilidad. Los proyectos sociales poco
efectivos y no valorados por las comunidades deben de ser descontinuados.
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